Irak y Afganistán bastaron. Billones de dólares de costo al Tesoro, deterioro de la "imagen" internacional del Imperio locomotora, deslegitimación interna y externa de las guerras militares de conquista, le enseñaron al Pentágono y a sus estrategas que lo mejor es hacer la "guerra por otras vías", sin desgastarse ni pagar costos políticos y financieros. El Pentágono no bombardea, la que bombardea en "misión humanitaria" es la OTAN legitimada por la "comunidad internacional" expresada en la ONU. El Pentágono no ocupa ni invade territorios. Solo ayuda en forma solidaria a los grupos "democráticos" que quieren terminar con los "tiranos" que "asesinan" a sus pueblos. El Pentágono y sus socios imperiales dejaron pálida a la metamorfosis kafkiana.
Primero la "revuelta popular" contagiada masivamente por Internet y los celulares, y retroalimentada por las campañas de la prensa internacional, cuya única "fuente" son los voceros de los movimientos sediciosos infiltrados en las organizaciones de "derechos humanos" financiadas por las distintas caras empresariales de la CIA.
Segundo (y en forma convergente) grupos operativos de la "revolución democrática" infiltrados que disparan en las manifestaciones para obligar a las fuerzas de seguridad a reprimir sangrientamente las protestas. Lo que alimenta simultáneamente las campañas mediáticas internacionales con el "asesinato de civiles" endilgados a los gobiernos sometidos a la operación de conquista. Y que sirven como argumento justificativo de una intervención militar imperial sobre el país elegido como blanco y objetivo.
En un tercer paso (y como ya está sucediendo en Libia), ya legitimada una acción de intervención militar por la ONU, mediante la convergencia operativa de un "bombardeo humanitario" por el aire, y una rebelión armada por tierra se procede al derrocamiento del "dictador" sin ocupación militar, y a gozar del petróleo y del nuevo posicionamiento geopolítico y militar estratégico en el control regional. La fórmula de manual, bien estudiadita, de la "revuelta popular" ya fracasó estrepitosamente, en Libia. Y ya comenzó, con poco futuro, en Siria, donde el régimen conducido por Bashar al-Assad parece que le está dando en la tecla
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